-Huenas
-hola que tal (TRUN cierro la puerta)
-voy a Serrano y... y Loyola. Serrano al novecientos.
-ah si si
(pausa)
-que calor...
-si ahora está pesado.
-decí que yo acá adentro no lo siento por el aire
-acá es otra cosa
-si pero lo tengo hace poco se me había roto estuve dos semanas sin aire sabes lo que era..
-uh me imagino
-nuundesastre..
(pausa)
-cayeron dos gotas nomás ahora se pone peor
(frena de golpe) -uy este boludo que hace?!..¡¿ y el giro forro?!
Empieza a correr el tiempo y subir la cifra en el contador.
la nave deglute segundos y metros de pavimento ardiente. yo descanso,
me acomodo en las sutiles concavidades que cientos de efímeros acompañantes
moldearon con su cóccix, dejando una huella antropológica de la cómoda calidad
humana de CLIENTE.
Prefiero que me hablen a que me ignoren.
A los cuatro pesos con sesenta ya se que el taxista vive solo en un departamento chico sin demasiadas
comodidades ya que se divorció hace dos años y la ex mujer se llevó casi todo.
Tiene un hijo recién recibido de algo que no entendí que ve los fines de semana. Él fue quien le aconsejó
comprar un aire acondicionado para la casa fuera de temporada y a mitad de precio, que además del calor espanta
los mosquitos. Los sábados a la tarde se lo pasa en la pelopincho.
Me habla mirando el retrovisor, yo prefiero su perfil a la mirada en el espejo.
-al novecientos es en esta cuadra
-si a ver es novecientos cincuenta y cuatro..
-aca está bien, ¿cuanto es?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
nada es tan cierto como este relato!!!
ResponderEliminares verdatt que los taxistas te cuentan toda su vida, como si uno fuera reportero o terapeuta...no me quejo, para nada! porque también está el que te escucha y te aconseja, no por su propia experiencia sino por la experiencia de cada pasajero, ahi tienen recursos para dar un buen consejo.
loyola y serrano? es el bar jamming, de paso mando chivo.
Muy bueno eh!! y real!
besotes